Un fogonazo consigue iluminarnos el rostro y cambiar nuestra expresión. Las cejas se levantan, los párpados dejan ver el iris, perfecto y redondo. La mandíbula cae ligeramente, la boca queda abierta, sin tensión… Nos acercamos a la sorpresa, la emoción más fugaz y espontánea en ‘Diálogos para la vida‘.