
La palabra «procrastinar» es una palabra bastante antigua: proviene del
latín «procrastinare» y significa dejar para otro día las cosas que
sabes que tienes que hacer en el presente. En nuestros Diálogos para la
Vida, y basados en un artículo de Eparquio Delgado, «Procrastinar puede
ser bueno», publicado en El País, Fernando, Jorge, Enrique y David
reflexionan sobre qué está detrás de todo procrastinador: pereza, miedo
a fallar, al fracaso, falta de disciplina, exceso de trabajo… ¿En qué
momento procrastinar es de ayuda? ¿O es simplemente una indicación
personal negativa? ¿Nos aconseja la Biblia sobre ello? ¿Qué mensaje de
esperanza tiene Dios para cada persona en estos tiempos en que
procrastinar puede considerarse «un pecado o una bendición»?
¡Acompáñanos y reflexiona con nosotros!